La educación más que cualquier otro recurso de origen humano es el gran igualador de las condiciones del hombre, el volante de la maquinaria social

miércoles, 30 de junio de 2010

Memoria 2



Memoria 2
“Agáchate, que sos el primero de la fila”


Eran ya, unas cuantas las batallas en las que Alfredo había estado; por la calle de San Vicente rodaba a trote largo tres camiones cargados de camuflajedos, en el de en medio iba la mera nata, el capitán: pálido y enfermo, el otro, su asistente: un poco rechoncho y con una cicatriz que le cubría la mayor parte de su rostro, producto de su acto heroico al tratar de salvar al capitán de una granada hace ya pocos meses.

Después de tres largas horas de camino, se escuchó un chasquido, algo así como cuando se sopla un cuete, a los pocos segundos el bombazo, directo al primer camión, seguido de dos disparos, Alfredo inmediatamente se palidió, pues no eran suficientes las balas que había visto pasar de lejos. Los camiones a la orilla gritó el capitán, cuando sobre sus pies cayó el cuerpo de su rechoncho asistente, una bala le había atravesado el pecho, el capitán se tiró al suelo diciendo: “Quijosdeputa, ábranse a los laderos, los muertos después los recogemos”. Alfredo aún dentro del tercer camión, logro tomar su mochila y pego un brinco como el típico caballo asustado, inmediatamente se tiró sobre las matas de huerta que suelen verse a la orilla de la Carretera se San Vicente, poquito después de lo que hoy es la curva, si donde la carne de chucho.

Se mantuvieron haciendo la lucha casi por dos horas, sin tener resultado alguno, pocos minutos después, se noto un clima tranquilo, desolado, como con ganas de llover, ya habían pasado casi 45 minutos si escuchar los chillidos de las balas que te pasan rosando, casi que besando las orejas, ese zumbido que tanto odiaba Alfredo, pero que se estaba comenzando a acostumbrar.
Alfredo, contó subió seis muertos al camión, ya habían otra docena arriba, un soldado se acerco y le dijo: “Mi teniente pido conceda permiso de dirigirme hacia usted”, Alfredo le dijo: “Aja proseguí que pasó”, ¡el capitán está tendido! le dijo el soldado.

Alfredo era el segundo al mando por el puesto de oficial que tenía, por radio, se lo volvieron a confirmar: “Teniente, está a cargo de la unidad monte a los heridos y muertos al camión y mándelos para zacate, usted váyase en pelotón para el punto del atlas”. Se hablaron en coordenadas, Alfredo dio la orden, los camiones de regreso y ellos hacia su destino, un soldado al que le decían la gata, le dijo: Mi teniente agáchese, porque es el primero en la fila.

Como en las grandes peleas épicas, el rey o príncipe siempre iba de primero en las batallas y hoy no era la diferencia, al teniente le tocaba ir adelante y resulta que su fusil era más añorado que el de cualquiera que iba atrás de él.

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